L’Iber, Museo de los soldaditos de plomo está situado en un antiguo palacio de estilo gótico mediterráneo ubicado en la calle Caballeros, próximo a la Catedral de Valencia. En su origen fue residencia del Marqués de Malferit, siendo uno de los edificios de la época mejor conservados.
Desde los orígenes cristianos de esta calle se han ido edificando edificios con una gran importancia. Estos edificios tenían una amplia variedad de funciones tales como económico, administrativo o eclesiástico, dando lugar a los primeros asentamientos de las familias más pudientes de la época en Valencia. Residencia de las grandes familias de la aristocracia valenciana, el actual Museo L’Iber encierra en sus muros siglos de historia.
Se tiene constancia de este edificio desde que el rey Jaime I, en el Llibre de Repartiment, refleja a quien fueron entregados las distintas tierras y edificios a lo largo de la calle Caballeros o Calle Mayor de San Nicolás, calle principal para los asentamientos anteriores, el romano y el musulmán. A día de hoy no se conoce ningún dato acerca de la construcción de este edificio, aunque Arturo Zaragozá, historiador y arquitecto valenciano, lo fecha a finales del siglo XIV. En 1893 se realizaron importantes reformas a partir del proyecto del arquitecto Lucas García Cardona. La nueva fachada, vinculada a modelos del renacimiento italiano, transformó en buena medida sus espacios interiores durante la segunda mitad del siglo XIX.
Se componen generalmente de entresuelo, planta baja, planta noble o principal y golfes o andana. Esta distribución se traduce directamente en la fachada, muestran claramente la jerarquía de las plantas. Estos espacios solían ser decorados con tapices, telas y cortinas pintadas para cubrir paredes. Los salones se han respetado a lo largo de los años y es una de las casa señoriales valencianas que mejor muestran los ambientes deciminónicos.
Los techos se cubrían de alfarjes tallados y policromados, y más tarde, en el Renacimiento, con artesonados. En ocasiones las tablas se substituyen por socarrats. Pavimentos y zócalos se recubren de cerámica de Manises. A menudo, la decoración se basa en los escudos nobiliarios de las familias propietarias de las casas. En algunas estancias se conservan revestimientos que podrían pertenecer al siglo XVIII, como es el caso de lo que era el Salón o “fumoir” (Sala de Exposiciones temporales) de la planta noble. Son salas de una gran extensión y que hoy en día conservan su revestimiento al igual que sus techos, es más el techo se podría afirmar que es el original del edificio ya que se puede apreciar cómo fueron realizados con corte a mano y sobre todo las molduras, ya que se tratan de piezas de grandes dimensiones.
A través del zaguán se accede al patio descubierto, pieza principal que articula el interior del edificio. Este espacio descubierto y de forma rectangular o cuadrada es el heredero del impluvium romano. Tras el edificio principal se encontraba un huerto o jardín.
Dando la vuelta al patio interior las crujías se disponen alrededor del patio generalmente paralelas a la fachada. En el patio solía situarse un pozo con brocal realizado en piedra picada, en este caso se hallaba en las caballerizas. La escalera de acceso a la planta noble ocupa uno de los ángulos del patio. Se realiza generalmente de piedra, está soportada por dos medios arcos escarzanos. La barandilla de piedra suele decorarse mediante una moldura que sigue el recorrido de los escalones. A pesar de estar en el patio descubierto, la escalera queda bajo techo.
En medio de la escalera y el punto de soporte entre los dos medios arcos escarzanos nos encontramos una columna con capitel toscano, rematando la columna esta colocada una escultura de un animal alado, se cree que es un unicornio, según el testimonio de Emilio Rieta, hijo del arquitecto del mismo nombre que restauró el edificio a partir del 1945, aunque le falta el cuerno.
Este edificio en la época de la Guerra civil, fue incautado por la IIª Republica pasando a formar parte del gobierno cuando este se trasladó a Valencia. Juan García Oliver, entra en el Gobierno de la Segunda República durante la Guerra Civil Española, aceptando asumir el cargo de ministro de Justicia bajo la presidencia de Francisco Largo Caballero, eligiendo este edificio como sede del Ministerio de justicia. Por los diferentes escritos (memorias del ministro, El Eco de los Pasos) (Click Aquí para descargarlo) creemos que el despacho de Juan García Oliver se encuentra en la tercera sala del museo, donde hoy está la sala de Victoria Eugenia. Una vez acabada la Guerra Civil española el edificio fue alquilado al Arzobispado, hasta que se rehabilitara la sede en la que se encuentra el Arzobispado al lado de la catedral de Valencia, en la plaza de la Limosna, o de la Almoina.
En el año 1945 el Palacio de Malferit fue comprado por la familia Noguera, sirviendo en primer momento como casa particular y con el tiempo fueron estableciéndose en este edificio diversas empresas familiares y el gran proyecto museístico que estuvo ligado por el hijo de Don Antonio Noguera Bonora, Don Álvaro Noguera. En la actualidad, el edificio se ha configurado como el Centro Cultural L’Iber de la Fundación Libertas 7 albergando el Museo, además de su Tienda-Librería, de la Biblioteca L’Iber y del Instituto Valenciano de Estudios Clásicos y Orientales.
No hay que olvidar que este edificio desde sus orígenes estuvo habitado, y que a partir del siglo XVIII se ha ido remodelando, según las modas y las nuevas necesidades de los habitantes, sin embargo desde los años 50 del siglo pasado quedó fijado y tan solo se ha adaptado para las necesidades museísticas.