Los sucesos que se recrean en esta maqueta son fruto del estudio exhaustivo de Alejandro Noguera, actual director de L’Iber, Museo de los soldaditos de plomo. Gracias a su tesis doctoral “La Falange Macedonia desde sus orígenes hasta los primeros sucesores de Alejandro Magno”, Alejandro Noguera desarrolló esta magnifica maqueta, con más de dos metros de largo y 4.000 figuras de 25 mm.
Esta maqueta representa los hechos históricos que sucedieron el 1 de octubre de 331 a. en Gaugamela, cerca de lo que hoy es la ciudad de Mosul en Irak. En esta batalla se enfrentaron los ejércitos persas a las órdenes de su rey Darío III y el ejército macedonio, bajo el mando el mando de Alejandro Magno. Los historiadores modernos han estimado que el ejército persa estaba compuesto por unos 250.000 combatientes. En cuanto al ejército de Alejandro, sumaba 7.000 jinetes y 40.000 infantes.
Una de las principales diferencias entre ambos ejércitos y motivo por los que se decantó la victoria a favor de los macedonios fue el echo de la unidad, la mayoría de los soldados eran soldados profesionales, y aún más importante, conocían al rey que representaban, hablaban con él, comían con él, a diferencia del caso de los persas, muchos soldados no conocían a su gobernante, ni si quiera hablaban el mismo idioma, motivo que dificultaba mucho la comunicación entre sus soldados y muchos de ellos no habían empuñado un arma en su vida, ya que eran campesinos. Esta batalla marcó el final del imperio persa y es considerada una obra maestra en táctica militar y la mayor victoria de Alejandro Magno.
Si se observa la maqueta, se puede ver como la caballería de Alejandro, se dirige en diagonal hacia el frente central donde se encuentra Darío. Una carga devastadora que hará que se hunda el centro persa y pierda las mejores tropas de su ejército.
Darío, ante la posibilidad de una derrota, decidió huir, “Vive para luchar otro día”. Emprendió la retirada y con él, se desmoronó la moral de sus tropas, que desorganizadas, comenzaron a huir en todas direcciones. La victoria en Gaugamela supuso para Alejandro Magno el control de Mesopotamia y prácticamente la derrota del Imperio persa abriéndose el mundo oriental a la helenización.